Odio la palabra «dieta»

Quien ha pasado por mi consulta en Naturalmente sabe que ODIO LA PALABRA DIETA. Básicamente porque no creo que la acepción que se le atribuye sea la adecuada para trabajar a una persona que lo que quiere es sentirse bien y recuperar su estado de equilibrio físico, emocional y mental. 
Si por curiosidad entras en la RAE y buscas qué significa, se te caerá el mundo a los pies. Entre las 3 primeras acepciones de esta palabra encontramos que se refiere al tipo de regimen que se les manda a las personas enfermas o convalecientes y que también se hace referencia a la «privación completa de comer».
Pues no, no comparto que haya que hacer DIETA, como típicamente se le llama a perder peso, para sentirse y verse mejor. Desde mi punto de vista, lo bonito y lo interesante es realizar un cambio en la percepción que la persona tiene sobre «SU DIETA», sobre «SUS HÁBITOS» y sobre «SUS PENSAMIENTOS». Muchas veces nos acostumbramos a vivir en una espiral de destrucción en la que nuestros pensamientos y nuestras acciones se encaminan a «hacernos daños». Bien sea por desidia, por autoengaño o por boicot personal para purgarnos por cosas que estamos realizando mal en otros ámbitos o por carencias, las personas entramos en el bucle de hacerlo mal, de dañarnos a través de desórdenes en nuestra alimentación o en nuestros cuidados e incluso en nuestros pensamientos. Y creeme, si es este el contexto, no va a funcionar ninguna de las llamadas «dietas».
En este punto es en el que se centra mi trabajo. En ayudarte a descubrir cuáles son los puntos gatillo en los que hay que apretar para que todo vuelva a fluir de nuevo y encuentres el equilibrio. A veces, las personas tenemos ya mucho camino avanzado, pero nos falta un mapa que nos diga cómo continuar el recorrido. Otras, estamos en la primera etapa del viaje y necesitamos una mano amiga que nos vaya descifrando las señales que aparecen durante el camino.
Sea como sea, el viaje es precioso y merece la pena recorrerlo. Yo estoy aquí para acompañarte e ir descubriendo contigo cuál es el camino a seguir y qué herramientas tienes a tu disposición para avanzarlo.
Y recuerda, no ansies sólo la meta y disfruta también  del viaje, porque también forma parte de ella

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